jueves, 12 de abril de 2007

Tiramisú de San Valentín (Talca, 14-Feb-2007)


Como mucha veces ocurre, esta historia comienza desorganizadamente. Un día cualquiera, quién sabe por qué razón, se nos ocurre seguir el derroteo del tiramisú, registrando sus imágenes, sabores, texturas, olores, a lo largo de la ruta que deambulamos juntos en este mundo. Esta suerte de imprevisibilidad hizo que en el primer "encuentro cercano", no dispusiéramos de cámara fotográfica, pero bien vale la pena aunque sea contarlo.

Todo comienza en la primer parada del viaje hacia nuestras vacaciones en el sur chileno. Llegamos a Talca, tarde (como de costumbre), y nos ubicamos en el bonito hotel Terrabella. Paradójicamente, una estúpida reglamentación que "protege" a los niños del tabaco impidiéndo que entren a los restaurantes (que pasen hambre pero con los pulmones limpitos), nos permitió disfrutar de una cena íntima en Vivace (mapa), un sitio con buen estilo y de ambiente agradable.

Luego de saborear un espectacular congrio apanado con coco y ya relajados gracias a un tintillo supremo (cuyo nombre no recordamos, pero ¡qué rico era!), decidimos probar el tiramisú, imaginando que sería bueno, haciendo honor al nombre italiano del boliche. No nos equivocamos y ese primer tiramisú compartido mereció un 8 (ocho), aunque para ser sinceros, redactando esta entrada casi dos meses después, nos acordamos muy poco de sus caracterísiticas. Para enmendar este "olvido" tendremos que volver a pasar pronto por Talca.

Aunque no tenemos registro del tiramisú ni de esa cena dionisíaca, dejamos aquí documentado cómo al día siguiente Mira "lavó sus culpas" haciendo ejercicio en la piscina del Terrabella.


Próxima entrada: Tiramisú Patagónico.

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